En periodos de inflación alta, cuando el poder adquisitivo se erosiona y la volatilidad golpea a los mercados financieros, el sector inmobiliario se mantiene como uno de los refugios más seguros para el inversionista patrimonial.
La pregunta clave no es si conviene entrar a bienes raíces, sino en qué tipo de activo: ¿un terreno o una casa?
Históricamente, el terreno ha sido un activo de resguardo: Mantiene su valor al no sufrir deterioro físico con el tiempo, requiere mantenimiento mínimo y su valor suele aumentar conforme crecen las ciudades o se desarrollan nuevas infraestructuras.
En el caso de Yucatán y Quintana Roo, factores como el desarrollo del Tren Maya, la llegada de nuevas inversiones industriales y el auge turístico han elevado la plusvalía de forma sostenida. De acuerdo con datos de la Secretaría de Fomento Económico y Trabajo (SEFOET), en los últimos cinco años ciertas zonas residenciales del estado han reportado incrementos anuales de hasta 12-18%.
En este contexto, proyectos como Ebulá en Izamal o Reliquia en Hunucmá ofrecen un punto intermedio: terrenos residenciales en zonas con planeación urbana, acceso a servicios y plusvalía proyectada, pero sin la carga operativa de una vivienda desde el inicio.
Invertir en una casa, ya sea para uso propio o renta, responde a otra lógica: generar ingresos desde el primer día.
En entornos inflacionarios, los contratos de arrendamiento pueden ajustarse, manteniendo el poder adquisitivo de la renta y protegiendo el flujo de caja del inversionista.
En destinos como Chicxulub Puerto, donde el turismo nacional e internacional mantiene ocupaciones elevadas gran parte del año, una casa llave en mano dentro de un desarrollo con amenidades puede convertirse en un generador de ingresos ajustados al ritmo de la inflación.
En un mercado inmobiliario en crecimiento, también existe un riesgo latente: los fraudes. Desde terrenos que no cuentan con escrituras claras hasta desarrollos sin permisos vigentes, el daño financiero y emocional que puede provocar una mala inversión es significativo.
Por eso, adquirir a través de una empresa establecida, con historial comprobable y documentación legal transparente, es una garantía de tranquilidad.
Proyectos respaldados por desarrolladoras con trayectoria y presencia en Yucatán y Quintana Roo, como Grupo Kervo, cuentan con:
Esa combinación de certidumbre jurídica y respaldo empresarial no solo protege tu inversión, también te permite concentrarte en su crecimiento, sin incertidumbre por la legalidad del activo.
En escenarios inflacionarios, la estrategia más sólida para un inversionista estratégico es combinar ambos activos:
En un mercado tan dinámico como el del sureste mexicano, contar con ambos tipos de propiedades dentro de zonas de alta plusvalía permite equilibrar estabilidad y rendimiento.
En un entorno económico donde cada peso cuenta, invertir en el activo adecuado es una decisión que debe tomarse con visión de largo plazo y respaldo profesional. Acércate a los asesores de Grupo Kervo para evaluar las mejores oportunidades de terrenos y viviendas en Yucatán y Quintana Roo, y protege tu patrimonio con una estrategia diseñada a tu medida.